A diario vemos en nuestra consulta situaciones en las que una familia decide tener una mascota y luego de consumado el hecho no era lo que esperaba.
No es difícil imaginar las consecuencias que esto puede traer consigo.
Para las personas a quienes nos gustan mucho los animales, cualquier inconveniente que nos acarree es compensado ampliamente por la sola satisfacción de disfrutar su compañía, pero si no tenés experiencia hay algunas cosas que debe saber.
Hay que tener presente que al adoptar una mascota, no importa cual, puede ser un pez, un gato o un caballo, implica tener bajo nuestra responsabilidad un ser vivo.
Parece obvio, pero muchas personas no tienen en cuenta que además de mucho cariño necesita comer, tener un lugar confortable donde dormir, espacio y tiempo para recreación, limpiar pelos, deposiciones, insume gastos de veterinaria, y eso solo por citar lo más grande.
Una mascota también puede significar un contratiempo si nos gusta viajar y no podemos llevarla, o no tenemos quien se ocupe de cubrir sus necesidades si faltamos de casa por algún motivo.
También encontramos personas que quieren tener un perro, pero le molesta que elimine pelos, o adopta un gato “porque es más independiente” pero después se da cuenta que le araña todos los muebles, o se arma una pecera y resulta que después hay que limpiarla muy seguido para el tiempo que dispone.
Una buena pregunta para hacerse es ¿por qué queremos una mascota?; motivos como está de moda tener tal raza, me dio lástima porque estaba en la calle, es muy simpático, o el nene quiere un gatito no son razones suficientes y más si no se le inculca el concepto de la responsabilidad.
¡RECORDÁ!
Una mascota no es desechable si nos incomoda, nos da mucho trabajo, o me mudo a un lugar más pequeño, o me aburrió, pasó de moda o ladra mucho.
Es un ser vivo como nosotros, que requiere el mismo respeto, cuidados y consideración.
POR UNA ADOPCIÓN RESPONSABLE