Si convivís con un gato, seguro notaste que hay cosas que lo ponen nervioso: un ruido fuerte, un mueble nuevo o la llegada de visitas. Esto se debe a que los felinos son animales territoriales y siempre quieren tener el control de su entorno. Su doble faceta de depredador y presa los mantiene en alerta constante, buscando posibles peligros o presas.

 

Además, su domesticación es más reciente que la de los perros, por lo que ciertos estímulos de la vida moderna todavía los descolocan.

 

El oído de los gatos es mucho más sensible que el nuestro. Lo que para nosotros es un sonido normal, para ellos puede ser ensordecedor. Petardos, tormentas, aspiradoras y gritos pueden provocarles miedo y estrés. ¡Muchos gatos huyen despavoridos y pueden perderse!

 

Los gatos necesitan rutina y estabilidad. Mudanzas, nuevos muebles o la llegada de otra mascota pueden hacer que se sientan inseguros. Si no tienen un refugio seguro, pueden escapar por una ventana o puerta abierta.

 

Si bien algunos gatos pueden tolerarla, la mayoría se sienten vulnerables al mojarse. Su pelaje húmedo los hace sentir incómodos, además del ruido y la temperatura del agua. Si querés acostumbrarlo, lo ideal es hacerlo desde cachorro y siempre con refuerzos positivos.

 

La caja transportadora o mochila, los olores desconocidos y otros animales pueden generarles mucha ansiedad. Un gato asustado puede intentar escapar en el camino, ¡por eso es clave usar un transporte seguro y bien cerrado!

 

 

Mantené puertas y ventanas cerradas en situaciones de estrés.

Creale un refugio seguro en casa donde pueda esconderse.

Identificá a tu gato con una placa con tu teléfono , así si se pierde, pueden contactarte rápido.

No lo fuerces a situaciones que le generen miedo repentino.